"Seremos inmortales en 30 años. Me voy a asegurar de ello"
Fundador de la 'Iniciativa 2045', el millonario Dmitry Itskov está seguro de que la vida eterna está al alcance de nuestra mano. Y no es el único: muchos científicos le siguen
The inmortalist, el multimillonario Dmitry Itskov.
16.03.2016 – 05:00 H.
Las investigaciones en salud son cada vez más ambiciosas. Las grandes empresas del sector, desde las farmacéuticas a los fondos de inversión, esperan obtener notables beneficios de una demanda en auge: la esperanza de vida va en aumento, y las personas no sólo quieren vivir más años, sino que quieren tener mejor calidad de vida. Las posibilidades de investigación abiertas con las nuevas tecnologías, las opciones que proporciona la biotecnología y algunos avances recientes prometen resultados espectaculares en años venideros. Es cierto que hasta la fecha los frecuentes hallazgos que los servicios de prensa de universidades y centros de investigación nos trasladan no han terminado de concretarse en hechos palpables, pero eso no es óbice para no seguir alimentando grandes expectativas. Y no sólo en el terreno de la calidad de vida.
José Luis Cordeiro, profesor de la Singularity University, y amigo y estrecho colaborador del director de ingeniería de Google, Ray Kurzweil, aseguraba a El Confidencial hace apenas un mes que todos seremos inmortales dentro de 20 o 30 años, que viviremos en perfecto estado de salud, y que no sólo cumpliremos años sin cesar, sino que lo haremos sin envejecer. Cordeiro comparte la visión de esa serie de millonarios de Silicon Valley que han partido en busca de la vida eterna, y creen que la tenemos al alcance de la mano.
“Seguro 100%”
Pero no son sólo ellos. Una reciente serie de la BBC, The inmortalist, describe una versión diferente de la de Cordeiro, aunque igual de contundente. En ella, el multimillonario ruso Dmitry Itskov afirma rotundamente que “voy a asegurarme de que en los próximos 30 años todos podamos vivir para siempre. Estoy seguro 100% de que va a pasar. De lo contrario no me habría puesto en marcha”.
El objetivo final de mi plan es transferir la personalidad de alguien a un cuerpo completamente nuevo
Como cuenta BBC News, Itskov está convencido de que la muerte es inevitable (“al menos, en la actualidad”) ya que a medida que las células envejecen, nuestro cuerpo pierde la capacidad de repararse y nos hace mucho más vulnerables a las enfermedades.. Por eso ha decidido inventar un sistema mejor, dedicando parte de su fortuna a desarrollar una tecnología de vanguardia que pueda desbloquear los secretos del cerebro humano. La idea es que la mente puede descargarse a un ordenador, liberándola así de las restricciones biológicas del cuerpo. "El objetivo final de mi plan es transferir la personalidad de alguien a un cuerpo completamente nuevo", dice.
Una cuestión de ceros y unos
Su iniciativa tiene al frente a un director, el Dr. Randal Koene, neurocientífico, ex profesor de la Universidad de Boston, que asegura que es completamente posible: los 86.000 millones de neuronas que componen nuestro cerebro y que se conectan a través de descargas eléctricas pueden replicarse en otro soporte. Existen problemas obvios a la hora de trasladar un sustrato físico a otro virtual, pero como muchos neurólogos han encontrado grandes similitudes entre nuestro cerebro y los ordenadores, midiendo todo a través de cálculos, entienden que si se mapea correctamente ese número de datos y se hallan las conexiones entre ellos, la copia es factible. En definitiva, todo es una cuestión de ceros y unos.
Como no existen precedentes, no sabemos si ese cerebro en un cuerpo robótico tendría conciencia, inteligencia y dilemas existenciales
No es sólo una idea de un millonario ruso y del equipo que tiene a sueldo. Los profesores de la Universidad del Sur de California, Theodore Berger, de la Universidad de Duke, Mikhail Lebedev, y de la Universidad de Moscú, Alexander Kaplan, señalaban en una conferencia en el Lincoln Center de Nueva York que es totalmente posible que el cerebro sobreviva indefinidamente en un envoltorio cibernético, siempre y cuando el nuevo entorno le proporcione lo que necesita para subsistir. Para ello, le alimentarían con sustitutos biológicos de la sangre (con los sustratos hormonal, bioquímico y energético necesarios), y le dotarían de prótesis neuronales y de órganos humanos cultivados artificialmente. Y eso sin contar con las herramientas biotecnológicas que están a punto de inventarse. La salvedad es que, como no existen precedentes, no sabemos si la conciencia, la inteligencia y los dilemas existenciales también estarían presentes en ese cerebro sostenido en un cuerpo robótico.