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ENCLAVES

A Alba no le quedaban muchas opciones. Posiblemente ya no le quedase ninguna. Había ido quemando todas las alternativas, todas las vías de escape…

 

            Tras evaluar todas las salidas, tomó la decisión más arriesgada. La que nadie en su sano juicio elegiría. Meterse de lleno en la boca del lobo. Buscar refugio en la misma guarida de los que pretendían darle caza.

            Desde su improvisado y frágil escondite, Alba contempló la imponente vivienda que se alzaba ante ella. No era una experta, pero calculó, por su estilo arquitectónico, que rondaría los cuatro siglos como mínimo. Un par de cristales rotos y unas paredes a las que les faltaba una buena mano de pintura conferían al conjunto un aire decadente y ajado que potenciaba esa sensación de recelo y peligro que había acompañado a Alba desde el mismo instante en que llegó a la finca. El aspecto descuidado y seco de los jardines y el tono lúgubre del entorno acrecentaban la impresión de casa embrujada…

 

            No tardó mucho en descartar el intento de huida por el bosque adyacente…

 

            Porque era lo que ellos esperaban. La elección natural de una presa acorralada. Por ello, su instinto ancestral de cazadores les conduciría al bosque. Y por ello, Alba buscaría protección en la fúnebre y siniestra casa.

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